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CONFIESO QUE ME VOY DE VIAJE [sin pasaje de vuelta]

  • Foto del escritor: Micaela Chutrau
    Micaela Chutrau
  • 19 dic 2016
  • 4 Min. de lectura

Nada reprochable tiene el esta perdido; el problema es no hacer nada para encontrarse. El guión de la obra es grueso y fue

usado por generaciones, pero solo podemos repetir un par de veces una frase sin cuestionarnos si acaso de la verdad esconde. Contame ¿a dónde vas a ir cuando te larguen en el desierto y te quiten los letreros? ¿A dónde vas a ir cuando nadie te indique donde? ¿Qué tarareas a la noche cuando sabes que solo las estrellas escuchan? ¿Quién sos? ¿Alguna vez te lo preguntaste? Creo que no es posible ser nosotros si nunca nos reescribimos. Creo que uno no puede saber quién es hasta descubrir que las flechas son solo flechas; como un pájaro, la realidad es que siempre pudiste volar a donde eligieses.

Hablar de viajes para tantos es como hablar de duendes: mágico, pero imposible pasarse la vida persiguiéndolos. Hablar de viajes para muchos es como hablar de miedos: robos, secuestros, gastos y pérdidas de tiempo. Hablar de sueños lleva a algunos a comentar sobre pesadillas, pero solo el que se atreve a hablar descubre que el verdadero monstruo, el más temido fantasma, no es ninguna de las desaventuras mencionadas: es imaginar el rostro de los seres que amamos. Ojos asombrados y bocas torcidas que fruncen el ceño antes de pronunciar el primer pero. ¿Y cómo hacer para resentirlos o culparlos cuando esos mismos peros forman nuestras propias jaulas? Tantas noches gastadas mirando las estrellas, haciendo listas de excusas para postergar el sueño con amargura, todo por el miedo de imaginar cómo nos miraran cuando demos finalmente el salto. Tantas noches auto-convenciéndonos que ahora no es el momento, mientras que nuestros corazones no dejan concentrarnos en ninguna otra cosa. Solo se puede tapar por un tiempo el sol con los dedos de la mano; solo queda quitarse la venda si ya se nos corrió un poquito la tela que nos tapaba la cara.

Hoy vengo a confesar que me liberé. Hoy vengo a contar que ya no me apresan mas estos barrotes que tanta saliva gaste en criticar cuando yo misma me había puesto tras ellos. Que fácil que es tapar algo tan luminoso como un sueño con excusas, pero qué fácil es también simplemente tomar la decisión de dejar de hacerlo. Vení a buscarme si querés; te espero donde el verde baña la tierra y las montañas juegan escondidas en la niebla. Vení a buscarme si querés, te espero donde la compañía define el día y las vasijas de plata se oxidan en el estante. Vení a buscarme si querés, que ando sola pero siempre bien acompañada, por que creo que al fin aprendí a estar conmigo. Acá habrá castillos, ruinas, lagos y rostros desconocidos, pero con una sonrisa descubrí que el Universo es un amigo. Vení a buscarme si querés, pero No me pidas que vuelva. Ya no hablo su lenguaje, ya no disfruto sus orquestas huecas, ya se estiraron demasiado las cuerdas que movían mis brazos en el show de marionetas. Y no, no sé a dónde vamos, si habrá sol, mar o sombra; pero siento que descubrí un secreto, aunque sigo sin saber cuál es. Así que no tengas miedo, por que yo por primera vez no lo tengo, pues aún sin saber el destino sé que este es el camino.

¿Para qué viajas? Suelo decir que es para encontrarme a mi misma; pero soberbio o no, creo que ya sé quien soy. En todos lados, sola o con desconocidos amigables/amigos del mundo, fui la que ya conozco. El mismo humor, mismo corazón impulsivo, mismo mariposeo en el estómago por aquellos acantilados que nos quitan el aliento hasta cuestionar la existencia. Hay más terreno para descubrir seguro, más espacio para mutar y evolucionar; pero no creo que sea la razón. ¿Para qué viajo entonces? Creo que busco un secreto, algo que me omitieron, algo sobre lo que me mintieron el día que el primer hombre sentó a otro tras un escritorio y le cerró la cortina. Viajo porque quiero descubrir eso que están tan desesperados todos por que olvidemos. Por que tiene que haber más en la vida que un trabajo, una familia y una linda casa para mostrarle al resto. ¿Verdad? Lo vi creo, destellos, el aura de un esplendor al menos. En la esperanza de elevar un pulgar al costado de una ruta, en las cataratas secretas que esconde la selva, en la amabilidad de un extraño, en sentir su mano sobre la mía, en acariciar una piedra erguida desde el principio de los años. Cuanto más me alejo de las rutinas y los planes, cuanto más me pierdo en el mundo más lo encuentro, más fuerte brilla este fenómeno indescriptible. Y no digo que estoy por encontrarlo o terminar de comprenderlo, pero que suerte haber elegido la oportunidad de salir a buscarlo. Por que eso es lo que todos estamos haciendo ¿verdad? Buscando, pena que lo hacemos en lugares equivocamos. En corazones que no aman, pulseras que se les va el brillo, ojos que juzgan, hierbas que le bajan el volumen al mundo.

Y qué peor droga que la incertidumbre, que peor perdición que los paisajes y sitios bañados en la historia como un beso, basta uno para crear esta sed insaciable por nuevas culturas y nuevos amigos. No se si la que volverá estará muy cambiada. Creo que lo que pasa es que cada vez lo poco esencial importa menos. Creo que cada vez confirmo lo absurdo que es el mundo, lo torcidas que están las flechas, la tragedia del día a día. El cómo esta diseñado para que no lleguemos a lo que en realidad queremos. Cada vez confirmo el poco interés que tengo de formar parte de él de la manera que se me pide. Y cada día confirmo que la pregunta nunca es como, cuando hay voluntad ahí en algún lugar siempre están escondidos los caminos; la pregunta es si me animo a tomarlos.

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