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VISITA A LAS COMUNIDADES DEL TONLE SAP [Siam Reap, Camboya]

En el corazón de Camboya hay una fuente de agua que cuadruplica su tamaño durante la temporada de lluvias, solo para volver a secarse antes de retomar el ciclo. Tonle Sap, el lago de agua dulce más grande de todo el Sudeste Asiático, es una de las maravillas naturales que esconde este país, y el hogar de más de tres millones de personas. Desde tiempos en el que el imperio Angkor reinaba estas tierras este sitio ha sido una de las principales reservas de comida, tanto que hoy en día la realidad de su sobre-explotación pesquera es una de las principales preocupaciones de las autoridades. Los habitantes del lago viven en comunidades que varían en su tamaño, desde un par de botes-vivienda de inmigrantes vietnamitas eses agrupadas en la costa hasta gigantescos pueblos flotantes con sus mercados, escuelas, llantos y sonrisas.

Durante los meses de Febrero a Junio, durante la temporada seca, aparecen de entre las aguas caminos de tierra por los que transitan camiones, gallinas y motocicletas. Los niños corren felices con los pies descalzos, columpiándose en las hamacas debajo de sus altísimas casas de madera o persiguiendo a los animales de granja que corretean por doquier. Pero cuando el mes de Julio hace teñir los cielos de gris y comienza a vertir sus lluvias sobre el Tonle Sap, todo vehículo de cuatro ruedas desaparece, los niños son obligados por la corriente a permanecer en casa y los botes de pescadores gobiernan la escena. Este extraño lugar de continuos cambios y de aspecto casi fantástico, a medida que Angkor Wat comenzó a atraer a visitantes de todo el mundo a la ciudad de Siam Reap, comenzó a volverse uno de los puntos turísticos más recomendados por las guías turísticas para incluir en el itenerario a la hora de visitar Camboya.

EL PROBLEMA

Sin embargo, la realidad es aún más compleja: el turismo a un país le trae oportunidades económicas, pero también enciende en los locales la tentación de abusarse de todos estos extranjeros que llegan a su tierra llenos de todo el dinero que aquí falta. En Wikitravel y otros foros las advertencias con el tiempo crecen en número, en este caso revelando distintas estafas en las cuales los turistas son llevados al lago solo para ser presionados constantemente a gastar dinero que no estaba incluido en el tour. Por esta razón, cuando decidí visitar una de las comunidades más grandes del lago, Khompong Khleang, decidí que era importante hacer la tarea e investigar antes de saltar a la pileta.

Como normalmente no soy fanática de los tours (o de cualquier forma de viaje que limite mi libertad en los lugares que visito) decidí que si iba a finalmente tomar uno, no había razón para no elegir trabajar con una organización que utilizara el turismo como una herramienta para propósitos nobles. Así me enteré de Community First: Khompong Khleang Floating Village Tours, quienes de la mano de Eddie, un americano que ha hecho de Cambodia su hogar, y varios locales que algún día fueron ayudados por la organización crearon una serie de tours por Tonle Sap y otras partes de Siam Reap. El tour dura cerca de 5horas y cuesta 35USD, incluyendo transporte, visita a algunas fábricas locales, visita a una de sus escuelas, una caminata por la aldea y un paseo en bote para mirar el atardecer dependiendo de la época del año. El dinero recaudado es utilizado para mantener cuatro escuelas que han creado en el area, una de ellas, Bridge of Life, también es visitada durante la jornada. Tras revisar toda la información necesaria, y comprobar la transparencia de sus costos, decidí ponerme en contacto con ellos.

EL TOUR

Paren consiguió aprender inglés en una de las escuelas de Community First varios años atrás cuando vivía en Tonle Sap, y desde entonces se ha mantenido activo en la organización como maestro, guía turistico y emprendedor. “Cuando abrimos una de las escuelas solo teníamos 200USD para invertir” me dijo con las manos tras el volante y una sonrisa energética aquel jueves por la mañana se apareció con la camioneta en la puerta del 84’ Hotel en el que me estaba hospedando. Con el verde de Siam Reap vibrando del otro lado del cristal me contó su historia, las dificultades de crecer en el lago, lo que significó para él obtener ayuda educativa de parte de organizaciones como esta y su sueño de continuar abriendo escuelas para mejorar la calidad de vida de las personas que viven en el lugar que lo vió nacer. Si deciden tomar el tour, lo más probable es que él o cualquiera de las personas que alguna vez fueron ayudados por la organización sean sus compañeros de aventura.

Nuestra primera parada fue al costado de un camino de tierra, con la vegetación a las afueras de Siam Reap y el agua comenzando a formar una parte definitiva del paisaje. Me baje de la camioneta para encontrarme en un establecimientos lleno de mujeres cocinando distintos tipos de comida tradicional, la mayoría de ella no tan fácil de encontrar o generalmente ignorada en los sectores turísticos. Entre el humo saliendo de las sartenes y el calor de Junio observamos a las mujeres trabajar como máquinas produciendo deliciosos dulces agachadas en el suelo mientras conversaban entre risas. Era interesante finalmente comprender el sudor que había detrás de todos aquellos dulces que se paseaban por los mercados nocturnos por menos de un dólar.

Volvimos a subir a la camioneta, y mientras el paisaje se movía el nivel del agua a los costados del camino polvoriento comenzó a crecer. pronto esta ruta que apenas alcanzaba a habilitar dos manos comenzó a ser el nivelador de la entrada de las viviendas, cuyas partes traseras estaban posadas en zancos hundidos en el lago. “El agua no llega hasta el camino en esta parte, por lo que la gente sabe hasta qué altura construir sus casas para que no se inunden en la temporada de lluvias” me dijo Paren. Pronto me encontraba caminando por las calles de Khompong Khleang, observando a los locales sonreírme desde sus altísimas casas o montando reuniones familiares debajo de ellas. Los coloridos botes de todo tamaño y tipo eran exhibidos al costado del río, quietos, probablemente añorando que llegue el mes de noviembre para volver a reinar por completo esta misteriosa tierra. En la comunidad, aquellos con más dinero normalmente construyen sus propias casas sobre zancos, mientras que los más pobres se limitan a vivir en los mismos botes que llevan a pescar.

Visitamos la escuela Bridge of Life, una rústica construcción de madera con un pizarrón, decenas de estudiantes emocionados y un taller de costura en la parte trasera. Con la vista al lago, los niños escuchaban atentamente a su profesor, haciendo un esfuerzo por no ser distraídos por mi presencia. Observé que en la entrada de la escuela había tablas de madera y no escaleras. “A los niños les gusta deslizarse a la salida de la escuela” me explicó Paren. En un país donde cuarenta años atrás el Khemer Rouge masacró a más de la mitad de la población y no dejó ningún rastro de ninguna persona intelectual, es impresionante presenciar como la pasión, el esfuerzo y la determinación de algunos lentamente lograran que Camboya comience a renacer. Sin la ayuda de escuelas como esta, moviendo montañas para lograr financiarse y dependiendo de personas como Phen, que se moviliza entre el lago y la ciudad de Siam Reap casi todos los días, Diós sabe qué pasaría con el futuro de todos estos niños.

Cuando los estudiantes desaparecieron correteando por las calles de tierra llegó el momento que más esperaba del tour: subirnos a un bote y comenzar a recorrer las secciones del lago en las que siempre hay agua. Manejamos hasta el puerto donde nos dieron pase a una lancha azul, y mientras el motor arrancó a llevarnos por el Tonle Sap un espectáculo de colores comenzó a desarrollarse. Pescadores, puestos de mercado, mujeres manejando hasta sus casas, niños chapoteando en la orilla: este lugar y su forma de vida era verdaderamente única, me sentía afortunada de poder estar ahí en el frente de una barca absorbiéndolo todo. Eventualmente el barco se detuvo. “¿Dónde termina el lago?” me pregunto Paren. Era una pregunta retórica: sin importar en qué dirección observaba, todo lo que podía ver era agua y más agua, como si de repente hubiésemos cruzado todo Camboya y llegado al océano mismo.

El agua es poco profunda, pero no se les permite a los turistas mojarse: al no estar acostumbrados a la contaminación que hay en el lago hay riesgo de infectarse o irritarse la piel, por lo que es mejor permanecer sobre la borda.

Regresando a Khompong Khleang concluyó nuestra aventura, donde tan solo nos faltaba cruzar los caminos de tierra que nos separaban de Siam Reap para dar por finalizada la jornada. En el viaje de vuelta fuimos apresados por un tráfico pesado. “Cuando alguien muere, todas las personas que lo quisieron hacen una caravana de autos detrás del coche fúnebre” me dijo Paren, explicando por qué estábamos tardando tanto en volver. Pero poco importó, esto solo nos dió más tiempo para conversar y compartir información sobre nuestras culturas. A veces da nerviosismo preguntar sobre temas controversiales a los locales por miedo a que se trate de un tema taboo, pero en Phen encontré un libro abierto listo para contestar cualquier pregunta sobre su vida. Me habló de la cultura Khemer y de aquella paradoja que hay entre una sociedad que se hace continuamente más progresista, con los monjes enseñando inglés en las ciudades y la aceptación de la gente gay creciendo, pero con valores tradicionales como valoración de la virginidad continuamente presentes. “Salir con tu pareja si no están casados es casi imposible, si la familia se entera sería un escándalo” me contó, recordando aquellos días en los que la única manera que tenía de estar en contacto con su actual esposa era sujetarle la mano mientras andaban en bicicleta por las calles de Siam Reap. No tuvo problema en abrirse hablando de temas aún más dolorosos, como el Khemer Rouge. “Si hablas con la gente mayor es difícil que te cuenten del tema sin que se les llenen los ojos de lágrimas, las heridas de aquel horror todavía están presentes”.

Llegué al hotel y me despedí de Paren tras haber vivido uno de los días más emocionantes de mi viaje, lleno de aventuras, paisajes inusuales y habiendo tenido la posibilidad de hablar sinceramente con con uno de los miembros de un país que pelea día a día para recuperarse. Los tours a Tonle Sap son un espectáculo visual y degustativo, desde los dulces que cocinan las señoras el principio hasta poder observar de cerca cómo vive la gente en este extraño ecosistema que cambia constantemente con la llegada y partida de las lluvias. Si algún día se encuentran en la ciudad de Siam Reap y ya han observado el amanecer sobre Angkor Wat, no duden en considerar una visita a este extraño lugar.

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