PERSONAJES DE LONDRES
- Micaela Chutrau
- 16 sept 2016
- 6 Min. de lectura
Hay una belleza que fluye como un caudal entre las calles de Londres. No son sus antiguos edificios, no son sus monumentos historicos, no es la música clásica que despliegan magnificamente los artistas callejeros. Son las personas. Quizás es el venir de Argentina donde todos estamos compitiendo por quién puede ser más igual al otro: todos vestidos igual y con los mismos cortos de pelo, mirando de reojo al que se animó a probar algo nuevo. No era solamente la belleza natural de la diversidad, si no el hecho de que cada uno de ellos parecía como se había vestido sin tener la menor intención de preguntar qué planeaba hacer el resto. Todos con su propio estilo, su propio brillo, en sus propios caminos. Tras el segundo día de caminar libremente por la ciudad llegué a la noche a la casa de mi mejor amigo y le planteé lo siguiente: quiero comenzar a tomarle retratos a las personas.
Toda buena idea tiene razones contrarestaciones sugiriendote que no la lleves a cabo: la falta de originalidad en el proyecto, la falta de una camara profesional para poder ser tomada enserio, el pánico anticipado a ese momento en el cual una persona se negase o, por que no, se enojase por mi pedido. De todas formas, empezar siempre es la mitad del camino, y tras una primera experiencia comprendí que había algo aún mas valioso que una simple fotografía revelandose cada vez que me acercaba a alguien y juntaba coraje para pedirle un retrato: cada foto daba lugar a una historia. A continuación les comparto mis favoritas.
AGUSTUS LAMIL:

Todo comenzó con una reacción genuinamente espontánea: había cocinado en mi cabeza por un día completo la idea de lo aterrador que sería caminar hasta alguien, tocarle el hombro y pedirle una foto. Formulé varias formas en las cuales podía hacerlo, deliniee las que tenían menores chances de causar una ofensa, pero al final del día todo fue en vano. Estaba caminando por Camden Town (aquella gigantesca feria callejera londinense llena de regateos, humo de los puesto de comida, estilo punk y vida nocturna) cuando en alguna parte del Dock camino por el costado mío un hombre de tez oscura con brillantina cubriéndolo el rostro. Antes de que pudiese comprender lo que estaba haciendo, me vi girar sobre mis tobillos, correr a sacudirle el hombro y pedirle una fotografía. Reaccionó con una sonrisa, y yo nerviosamente tome mi teléfono y descuidadamente tome un par de fotos, antes de avergonzada despedirme y por poco salir corriendo. Bastó con dar un par de pasos para sentirme insatisfecha con el incidente: "ni le pregunte el nombre" me reprimí, arrepentida completamente de la manera en la cual había obrado. Afortunadamente, cerca de media hora después volví a cruzarme con él en una parte completamente distinta del Camden Dock. "You're the girl who took my picture!" me dijo con una sonrisa, y antes que pudiese expresarle la manera en la cual había pensado desde ese momento en lo mal que me había comportado ya me estaba invitando a ir con el y su amigo escandinavo al costado del río a fumar un poco de mariguana. Por supuesto que acepté la compañía aunque rechace la droga: digamos que una mujer viajando sola no debe aceptar drogas de extraños cubiertos con brillantina a las 2 de la tarde cuando planea continuar deambulando hasta la noche. El hombre me contó que se llamaba Lamil, y que no solo era tanto un mago como un artista, si no que este era su manera de vestirse diariamente. "Yo también quiero ser una obra de arte" me dijo mientras se enrollaba un cigarrillo. La siguiente hora fue una conversación interesante sobre viajes astrales, reencarnaciones y otras cosas a las que escuchaba atentamente pero estaba lejos de poder comprender. Lamil había venido de Africa y vivía actualmente en Camden Town. Estaba embargado en un proyecto de fortalecer su espíritu guerrero para su próxima reencarnación, y hace poco había ingerido el veneno de un sapo del amazonas para purificarse por dentro. Note en ese momento que habían motas marrones en lo blanco de su ojo. Antes de despedirme de el, le pregunte si podía posarme para un nuevo retrato, y esa es la manera en la que conseguí la foto que estoy exhibiendo en este articulo. Me indicó el camino a St James Park y nos despedimos como buenos amigos, y yo camine con una sonrisa hacia mi nuevo destino por que ahora no era solo dueña de una fotografía: era dueña de una historia.

CASEY:
Luego de caminar por St James Park volví a Camden Town en busca del subte. En el camino, mientras le pedía indicaciones a un hombre, cruzo nuestro camino un joven altísimo con los pelos parados y el rostro maquillado. Me quede boquiabierta. "Así es Camden Town" me dijo el hombre, confundiendo mi felicidad por encontrar otro candidato para mi proyecto con miedo o asombro. Sin pensarlo dos veces, luego de un exitoso primer intento, lo corrí una cuadra hasta poder balbucearle nerviosamente si podía tomarle una foto para mi proyecto. Me pidió un pound a cambio, entonces yo le exigí primero saber un poco sobre el. El chico se llamaba Casey, era residente de Camden Town y venia de una entrevista de trabajo. Actualmente trabajaba en una tienda de ropa gótica y ese día estaba probando un nuevo estilo de pelo (normalmente lo usa suelto). Mientras decidimos ir a tomar el subte juntos, el me habló de la importancia que tenia la ropa para el como un medio de expresión y yo le hablé de lo hermosos que me parecían los residentes de Londres. Nos despedimos cuando nuestras líneas de subte nos exigieron hacerlo, deseandonos mutua suerte en nuestros futuros projectos.

GREG:
Algunas personas cuando visitan otra ciudad extranjera parecen tener un imán para celebridades. Yo nunca me cruce a alguien famoso (y de hacerlo ando tan distraída que probablemente no me daría cuenta), pero creo que ninguna estrella de cine me traería la felicidad que tuve al encontrarme con Greg. Descendía hacia las profundidades del Underground envuelta en la hora pico y un día lluvioso, la estación de Oxford Circuit no daba abasto de las olas de muchedumbre. Pero justo cuando estaba por apoyar mi Oyster Card reconocí a uno de los hombres custodiando el Underground. Lo había visto en fotos empapelando la ciudad desde el día de mi llegada, con el mismo uniforme, la misma sonrisa y la misma cresta roja, pero durante todo este tiempo había sospechado de una propaganda, no que se tratase de una persona real. Greg me contó que tiempo atrás un fotógrafo publicó su foto, y que de la noche a la mañana se convirtió en furor. El Underground le pidió utilizar su imagen para promocionar el servicio de transporte publico, y desde entonces y rostro custodia todos los túneles subterráneos de la ciudad. Le pregunté si yo también podía fotografiarlo, y la naturalidad generó una pose que permitió lucir tanto la cresta roja como su sonrisa.

MASEY:
Para el momento en el cual me acerque a Masey en una calle cerca de Trafalgar Square comprendí que estaba buscando un tipo especifico de individuo para fotografiar: coloridos, maquillados, peinados divertidos; personas sin miedo a resaltar. Me la encontré a esta joven diseñadora de modas envuelta en una situación cómica: un hombre asiático acababa de frenarla por la calle y le estaba confesando su amor a primera vista. Ya absolutamente sin vergüenza, me les uní a la conversación, y cuando sugerí una foto el chino me dijo que primero tenia que tomarle una foto a ellos dos juntos. Lo cómico fue que el señor exigió tomarse la foto en la mitad de la calle, así que juntos fueron entre risas y corridas a frenar el tráfico londinense para que pudiese capturarles el recuerdo. Luego llegó mi turno. Le pedí un retrato y Masey me miro de manera intensa, abriendo los labios de manera provocativa. Había algo sobre la imagen que me parecía falso, así que continue tomando fotos sin decir nada. Eventualmente no aguantó más y los labios le temblaron hasta formar una sonrisa, y esa terminó siendo mi foto favorita. Me despedí de ambos y continué sumergiéndome entre la muchedumbre multicultural de Londres, dejando atrás a los enamorados y manteniendo los ojos abiertos para buscar la próxima persona a quien fotografiar.